El periodista de los grandes medios y cadenas de televisión te
desinforma alevosamente lanzándote bombas de humo, analgésicos demoledores. Es
un guardaespaldas versado del amo, un manipulador pasmoso. Encubre las miserias
con un manto sagrado, no le perfora el neumático al sultán y siempre sale al aire con un portaligas
rojo. La línea editorial la define el gran capital, el poder real que reside
detrás de las sombras. No sabemos quien es el autor intelectual de la caída de
las torres gemelas, como la CIA creó el Estado Islámico, como se diseñan los
saqueos de la logia bancaria internacional. La élite se apropió del Banco Central
de EE.UU., y ninguna cadena televisiva se escandaliza. La misión de Hollywood y
de la pantalla es idiotizarte por completo y así transformarte en un vasallo
fiel del Gobierno Mundial que se avecina. A través del pecado de omisión los
medios noticiosos te mienten todos los días y otras noticias las desperfilan, manoseándolas.
El periodista de prestigio es una ramera versada.
Del
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