Considerando la tolerancia que existe, vender libros falsificados en
Chile es un gran negocio, si te organizas bien. La “piratería” da empleo a un
número importante de conciudadanos. Hablar de respetar los derechos intelectuales de los autores es un despropósito. A nadie le interesa realmente
el tema. Hay asuntos mucho más importantes que atender como para preocuparse de
aquellos que ganan millones violando diaria y descaradamente los derechos de
propiedad de los escritores, a los que les roban todo. En mi patria los
contrabandistas de cigarros, los falsificadores y los piratas prosperan sin
mayores dificultades. Todos se robustecen bien. Están exentos de impuestos, de
pagos de permisos y de todo. Para el pirata chileno de libros todo es
rentabilidad y ya ni siquiera tienen que huir de los carabineros. También usted
puede comprar libros falsificados en algunos locales establecidos, con cierta
discreción. Gracias a internet terminó la era de gloria de la venta de música
pirata, que tanta bonanza trajo al comercio clandestino. Siempre hay
delincuentes, contrabandistas o tramposos en boga. El ingenio criollo, muchas
veces encomiado, siempre se hace presente. Cigarros falsificados, perfumes
falsificados, libros falsificados, vestuario falsificado, marcas falsificadas,
informes falsificados. Todo vale a la hora de emprender y la ley es un estorbo,
un riesgo más que hay que asumir. Algunas incautaciones o decomisos simbólicos
le alegrarían el día a Hacienda, son parte de la farsa. El honesto es mal
mirado, objeto de burlas. Si nadie castiga como corresponde al esforzado
contrabandista, al esforzado vendedor de libros falseados en pleno centro de la
ciudad, estamos claros que el gobierno nos está diciendo con su indolencia que
respetar sagradamente la normativa vigente es un retroceso, una actitud
obsoleta. Para evitarse memes crueles o regaños, casi nadie denuncia los
delitos. Si el precio es conveniente, casi todos compran el libro pirateado
para después criticar solemnemente la falta de ética en la gestión del
gobierno. La competencia desleal es una tradición y en las grandes colusiones
se defienden con abogados con la cara cortada.
Del
blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN