jueves, 3 de agosto de 2017

UNA SANA INTUICIÓN

En octubre de 1970, después que Salvador Allende obtuviera el primer lugar y ganara en las urnas las elecciones presidenciales el gobernante democratacristiano en ejercicio entra en una profunda depresión existencial. Eduardo Frei Montalva no entendía por que un marxista accedía por primera vez en la historia a una primera magistratura, en su gobierno ¿Era un castigo divino? Debía entregarle la banda presidencial a un revolucionario e intuía el caos o un desorden total. Los comunistas no traen bienestar. Sabía que ningún socialismo real había traído prosperidad a sus respectivos pueblos. Le aterraba en el futuro una patria sin libertad de expresión. También razonaba que el marxismo es un cáncer exclusivo de los países católicos. Y nuestro país era católico y pobre como una rata. Pobres espiritual y materialmente. El protestantismo era insignificante. Se enfadaba cuando lo acusaban de ser el Kerensky chileno. Los últimos días en La Moneda de la “Revolución el libertad” se terminaban y se venía una revolución socialista impredecible en el mejor de los casos. Algunos izquierdistas aprobaban la vía armada como mecanismo legítimo de lucha con absoluto descaro y arrogancia. Y si bien Salvador Allende le entregaba a Frei algunas garantías el revolucionario de corazón quiere suprimir la propiedad privada y con esto el progreso real. Cayó la noche y nadie logró consolar al apesadumbrado presidente Frei. No hay que comer conejos para ver de lejos, decía.






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