El secretismo es el pilar fundamental del credo y
conducta de la Madre Iglesia católica. Necesitan ocultar en el enrejado zócalo
sus fechorías, manipulaciones, lavado de dinero, paganismo, matanzas, crímenes,
pedofilia, robos, saqueos, negociados, fariseísmo infinito y la Donación de Constantino.
La probidad y la transparencia los demuele, los perfora, los liquida. La santidad
real es una meta sin sentido. La verdadera historia de la Madre Iglesia debe
ser secreta de principio a fin, por razones de seguridad. Todo delito e infamia
permanecerán bajo la alfombra hasta el juicio final, partiendo por la gran
farsa del celibato forzoso. En su momento hasta la Biblia fue un libro
prohibido. Por pudor o miedo, los católicos no asisten a la misa con un Nuevo
Testamento en la mano. Entran en pánico. El evangelio puro y sencillo de
Jesucristo es una amenaza constante para la codicia y lujuria de la curia y el
clero. Protegen al demonio del romanismo con todo lo que tienen. Esconderlo todo
es la especialidad de la casa, partiendo por el dinero sucio y los hijos no
reconocidos. El secretismo es su coraza, su yelmo, su paz. Sectas financieras y
políticas como el Opus Dei, los Legionarios de Cristo o los consolidados
jesuitas, se desarrollan a cabalidad. Pedófilos, degenerados, homosexuales,
sicópatas, ladrones, accionistas, fornicarios y onanistas, viven en el paraíso.
Un poco antes del fin del mundo el condenado Vaticano va a ser un libro
abierto.
Del
blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN
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