El derecho del aborto remplaza el derecho a la vida del que está por nacer, del que tal vez vaya a ser un progresista de la primera línea de fuego. La decisión meditada o desesperada de matar de la embarazada sobrepasa el legítimo anhelo de ver el sol de ese ciudadano que reside temporalmente en el vientre de una mujer por los designios de la biología. La luz del sol es propiedad de todos sin discriminaciones. Hitler y Stalin y otros creyeron fundamentar adecuadamente la matanza de millones. El nuevo cadalso en serie, sin titubeos ni complejos ya ha ejecutado a tantos billones que nada los detiene. Ese océano de sangre inocente es un componente sacro de la ideología que nos promete un futuro más justo. Los degolladores deben operar dentro de la ley con el agua bendita de la casa de gobierno. Legalizar la mortandad sin fin es el apostolado invariable de los progresistas iluminados. Esta masacre ya blanqueada es la puerta de entrada a otras iniciativas de calado equivalente, como la eutanasia. La cultura de la muerte es el paradigma de los singulares defensores de los derechos del otro.
Sarcasmos de bajo perfil, microrelatos, denuncias al voleo, columnas de dudoso sabor, ironías inconsistentes y otras medicinas, de contrabando. A las corpulentas contradicciones entre lo dicho y lo hecho, entre lo que realmente es y lo que debería ser. Son saetas de papel picado.
sábado, 18 de marzo de 2017
(71) EL GENOCIDIO ENCANTADO
El derecho del aborto remplaza el derecho a la vida del que está por nacer, del que tal vez vaya a ser un progresista de la primera línea de fuego. La decisión meditada o desesperada de matar de la embarazada sobrepasa el legítimo anhelo de ver el sol de ese ciudadano que reside temporalmente en el vientre de una mujer por los designios de la biología. La luz del sol es propiedad de todos sin discriminaciones. Hitler y Stalin y otros creyeron fundamentar adecuadamente la matanza de millones. El nuevo cadalso en serie, sin titubeos ni complejos ya ha ejecutado a tantos billones que nada los detiene. Ese océano de sangre inocente es un componente sacro de la ideología que nos promete un futuro más justo. Los degolladores deben operar dentro de la ley con el agua bendita de la casa de gobierno. Legalizar la mortandad sin fin es el apostolado invariable de los progresistas iluminados. Esta masacre ya blanqueada es la puerta de entrada a otras iniciativas de calado equivalente, como la eutanasia. La cultura de la muerte es el paradigma de los singulares defensores de los derechos del otro.
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