domingo, 17 de agosto de 2014

DE LOS INSTRUMENTOS DE TORTURA DE LA SANTA INQUISICIÓN CATÓLICA

             ¿Qué importancia poseen la prensa, la virgen de Nuremberg, la rueda, el cepo, el hacha, la guillotina, la horquilla, el garrote, el caballete, la silla inquisitorial, las herramientas de mutilación y todos los otros instrumentos de tortura, humillación y muerte, si el objetivo final es salvar el alma, defender la fe y glorificar ardorosamente el nombre de Cristo Jesús? ¿De qué sirve el cuerpo si el alma ha sido excomulgada por el Romano Pontífice? ¿Cuántos herejes quemados en la hoguera aplauden al papado por haberlos librado del infierno, inclusive contra su voluntad? ¿De qué sirven los bienes materiales y las propiedades si la oveja está fuera de la Madre Iglesia?¿Cuántos apóstatas fueron reintegrados al rebaño por medio del suplicio de siervos de Dios como los dominicos, que asumieron la tarea histórica de mutilar y masacrar a los descarriados para enrejar y preservar el reino de Dios?¿Cuántos, desde el más allá, le han enviado cartas de agradecimiento al sucesor de Pedro por todo lo obrado por la hoguera, el garrote y el tribunal inquisidor?¿Cuán grandioso es ejecutar lentamente a un desencaminado? Mediante el terror inspirador del Espíritu Santo, Europa fue librada de Satanás. Los ya condenados eran remitidos a la justicia civil porque la pudorosa iglesia no puede llevar a cabo ni promover el desangrado. Los genocidas ven en la Inquisición a un profeta. Notables doctores, obispos y cardenales aprobaban el suplicio y el desgarramiento, porque sabían lo doloroso que era vivir fuera de la santa iglesia católica. Alejados del avemaría la santidad es imposible, una tomadura de pelo, un disparate. Era tal la terquedad de algunos desgraciados, que estaban dispuestos a soportar lo insufrible y morir, antes de recepcionar el efusivo afecto del Romano Pontífice. Ante tanta porfía nauseabunda, ¿qué otra alternativa les queda a los insuperables apóstoles de la Inquisición, sino la de quemar, desgarrar, humillar y confiscar, para ensalzar al Redentor? Cumplieron su flagelante misión con la mente puesta en la ortodoxia y en la rentabilidad y proyección de tan magna empresa. El obispo de Roma masacraba la carne para elevar el alma, y ninguna conducta ha sido más noble, casta y responsable que esta. El necio jamás comprenderá la trascendencia del tribunal. El rescate del alma humana caída no tiene precio ni escrúpulos.


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