Lo expresó
el ayatolá nítidamente. Cuando un infiel vuela por los aires fraccionado le
hago un tremendo favor, porque gracias a mí su castigo en el mismo infierno va
a ser menor, ya que va a tener menos pecados por cuales rendirle cuentas a Alá.
Si el mil veces maldito occidental se muere de viejo, sus ofensas al Clemente
van a ser mucho mayor en número y su suplicio en el fuego sempiterno va a ser
mucho más terrible. Un infiel a Alá medianamente juicioso le agradecerá de
corazón a los yihadistas su loable e incomprendida labor. El guerrero de Dios
es un catecúmeno y la granada es su bulliciosa exhortación apostólica, para que
nadie diga después que no recibió el corpulento correo, en sonido stereo.
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