En la santa sede el vicario de Cristo es presidente
del país, juez, fiscal, legislador, editor periodístico, banco central,
policía, espía y contraespía. Es que Roma no cree en la democracia y en el
pluralismo ni en nada que se le parezca, ni en el día de los Inocentes.
Predican de la transparencia, de tribunales imparciales, de la libertad de
expresión, del sindicalismo, de la sobriedad, de la libertad de cultos y del
respeto a los derechos humanos, en medio de una dictadura pomposa, blanqueada y
absolutista. Las huelgas y las marchas de protesta al interior de la santa sede
son escasas y no fueron los primeros en suscribirse a la declaración universal
de los derechos humanos, por un problema de principios.
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