domingo, 17 de agosto de 2014

EL SERVIDOR PÚBLICO MENOSCABADO

    Como Ingeniero en Jefe de este departamento de obras públicas siempre llego puntual a la oficina, antes de la 8 a.m. El aseador me compra pan caliente recién salido del horno y con el sacro café de cada mañana de mi secretaria, me sirvo calmadamente un desayuno sin muchas calorías, siguiendo al pie de la letra la recomendación médica. Leo en detalle y con agudeza el periodismo electrónico e impreso. Así no paso vergüenza con mis colegas en los cotidianos comentarios de la contingencia política y farandulera. Con una ciega confianza en mis subalternos, firmo las carpetas y propuestas con tal velocidad, que a veces ni veo las letras grandes de todo lo que apruebo cada mañana, pensando en mi ciudad. En un relajado almuerzo con mis compañeros de labores, que generalmente se extiende mucho más de lo que corresponde, conversamos amena y concentradamente de todos los temas que se nos vienen a la cabeza y criticamos duramente al presidente por el escueto reajuste a las remuneraciones del sector público, sin censura y en un ambiente de respeto mutuo y camaradería. Marco con precisión mi tarjeta de salida para no cobrar horas extraordinarias y me dirijo raudamente a mi hogar, a descansar sin piedad.

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