Después de
doce años de legítimo matrimonio por la parroquia y con dos hijos bautizados,
un obispo decidió, a petición del proclamado clan Kennedy, seguramente, que la
boda de Joseph Kennedy y Sheila no era válida. Joseph, el sobrino de JFK, fue
bendecido con el sacramento del divorcio por parte del dúctil Vaticano, como
otros privilegiados. Son muchos los llamados, mas pocos los escogidos. Las
premiadas manipulaciones eclesiásticas cumplieron con su cometido, con una
pericia que ni los ajedrecistas ponen en duda. ¿Para el Romano pontífice los
hijos de Joseph y Sheila son legítimos? Para el bautizado indigente es más
fácil secuestrar un rinoceronte que invalidar su sagrado vínculo. ¿En cuántos
poblados no hay tribunales diocesanos? ¿Por qué USA es galardonada con un alto
porcentaje de divorcios?,¿por su situación económica? Algunos separados
civilmente, logran comulgar reservadamente, a través de un sacerdote amigo
piadoso. El católico que no le miente con destreza al tribunal no accederá a la
gracia papal de la anulación. Si era inválida la boda, ¿por qué Joseph no se
casó otra vez con la misma Sheila, entonces, que sería lo ético? ¿o sólo
pretendía, como tantos, deshacerse de su esposa, con la venia del vicario?
Otros no se separan por temor al infierno y se conforman con lo que les tocó.
Otros no se divorcian porque es costoso y prefieren mantener la fe o ver el
matrimonio como una penitencia del destino. Los obispos son buenos gerentes.
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