En su famosa y bellísima invocación “Señor, haz de
mí un instrumento de paz...,” “Oh Maestro..”, San Francisco de Asís cometió la
irreparable torpeza de no nombrar a la Santísima Virgen , descaradamente. Cual huérfano,
se concentró absolutamente en el Nazareno, obviando a la mediadora de todas las
gracias. María es desechable. Se acreditó que a veces no es necesario mencionar
a María en los rezos, y así los hicieron otros beatos en otras rogativas. ¿Es
esta la oración de un buen católico? ¿Y que pasaría con los bautizados si se malacostumbran a orar al Señor excluyendo el nombre de la Madre de la iglesia, como lo
hizo este patrono en esta ocasión? ¿Cuándo señalo a María y cuándo no? La Santa Sede elabora un fino plan para que no se
desbanden las plegarias inspiradas y agraciadas como la citada. La Madre es la Madre y todo lo romanizado
se subordinará a ella, sin amnesias o improvisaciones castas. Basta de
desvaríos. En su totalidad, esta plegaria franciscana es insoportablemente
evangélica.
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